sábado, 3 de marzo de 2012

El 3º Premio es para....

Comenzaré como es típico, por el 3º Premio y así hasta que llegue al 1º.
Bueno, el 3º Premio, con 21 ptos. es para.... ¡MARÍA ARROYO FRANCISCO! Muchas gracias por tu participación. Y aquí tenéis su historia:


La estrella de Navidad.

Faltaban tres días para Navidad, todo el mundo estaba preocupándose para que fuese un día perfecto, que si el árbol de navidad, que si la comida tenía que estar preparada desde un día antes, que si el belén debía estar montado… Y como en todo el mundo en Bir-Buck, no iba a ser distinto, todos sus habitantes estaban ilusionadísimos, era un pueblo hermoso y encantador, el pueblo era conocido porque todos sus habitantes amaban el día de Navidad, preparaba los mejores postres, tenía las mejores decoraciones, y eso les encantaba a ellos y a todo el mundo, porque ellos mismos transmitía el sentido navideño en cada cosa que hacían.
En el instituto San Benito, estaban todos orgullosos de la fama que tenía su pueblo, así que los cursos de los mayores iban a realizar una obra de teatro ambientada en la época de Jesús, como una especie de Belén Viviente; pero una profesora nueva que llevaba observando que todos los años se hacía la misma función aunque fuese algo hermoso era un poco cansado. Así que habló con los niños para poder explicarle una idea que tenía.
Cuando llegaron los niños a clase, todos estaban hablando de lo que se querían poner para la actuación, y estaban contentísimos con que la próxima noche sería Navidad y querían recibir los regalos, porque se pueblo tenía una tradición, no existía la noche de Reyes, si no que se daban los regalos el mismo veinticinco por la mañana, ya que era como un gesto de respeto y de adoración al niño Jesús el mismo día que nacían, porque lo más importante era desde el mismo día que se nace, cuando empezó a existir; no unas semanas después, aunque fuese una señal de adoración: por ello los niños hablaban animadamente, hasta que entró la profesora, que todos tomaron asientos y callaron, en esa hora la profesora repartiría los guiones y los papeles.
-Buenas chicos.-dijo con una sonrisa.
-Buenaaaas.- dijeron todos los niños a coro.
-Niños, tengo una noticia que daros, no se si os va a gustar, pero llevo unos días pensándolo y creo que os gustará la idea que he tenido.
Los niños se quedaron un poco asombrados, porque ninguno se esperaba lo que la profesora iban a decirles, porque lo único que se les ocurría era que este año no habría función. Todos empezaron a interrumpir haciéndose preguntas, como en un gallinero hubo una revolución entre todos.
-Niños, niños, por favor, silencio, no saquéis conclusiones precipitadas. –pidió la profesora mandando a callar.
Los niños callaron y escucharon con atención lo que les iba a decir la profesora.
-No, no os vais a quedar sin actuación, pero creo que podéis sacarle más partido del que le habéis sacado hasta ahora. La idea es sencilla, vamos a vestirnos todos como si fuésemos a hacer el Belén Viviente, pero no lo vamos a hacer, si no que vamos ha visitar el hospital infantil para darles una sorpresa.
Una de las niñas pequeñas que querían participar levantó la mano. Una de las niñas que no creían en la Navidad y sentían que todo eso era una pantomima, una niña que creía que eso era una fiesta únicamente comercial.
-¿Si Stella? –dijo la profesora dándole la palabra.
-Maestra, pero, ¿para que vamos a darle una sorpresa?
La maestra sonrió y contestó a su pregunta con lo siguiente.
-Verás, así le transmitiremos el verdadero sentido de la Navidad, ellos se encuentran enfermos, y no pueden disfrutarla como ustedes, así que pensaba que os podía gustar ya que ustedes mismos sois niños y no os gustaría pasarlo más por ello, ¿verdad?
Todos los niños asintieron, incluso Stella, y eso que a la pequeña Stella no le emocionaba en lo más mínimo, porque le parecía una tontería.
-Bien, ¿sabéis que os queréis poner? ¿Tenéis pensado un disfraz? 
Algunos niños levantaron la mano diciendo: “Yo de Rey Mago”, “Yo del negrito”, “Yo del pastor”, “Yo de la virgen y mi hermano de San José”, “Yo quiero ir del bebé del niño Jesús”, lo típico, pero vamos lo que más sorprendió fue que Stella, alzó un poco la voz y dijo: “Pues yo quiero ir de Estrella, porque la Estrella deja un rastro hermoso de más estrellitas pequeñitas y se llama estela.”
Todo había salido bien pensó la profesora, ahora solo faltaba que los niños disfrutaran con todo ello, y en el hospital estuviera todo preparado para la visita, así que llamó a las enfermeras y les dijo lo que tenía preparado, le pareció un gran detalle, así que le dijeron que no había problemas. Todo estaba preparado, para que el veinticinco por la mañana fuesen todos.
El veinticinco por la mañana, todos los niños estaban a las diez en punto en la puerta del colegio, la profesora llegó cinco minutos tarde, ella también iba vestida, iba vestida de ángel, contempló a los niños, como estaban disfrutando con aquel cambio, sabía que se lo iban a pasar muy bien, había algunos disfraces que se repetían, unos pastorcillos, ovejitas, y había dos reyes negros y tres vírgenes María, pero no importaba, entre todos formaban un portalito hermoso. Cogieron una bolsita cada uno con caramelos y pequeños detalles que habían donado entre todo el pueblo y marcharon al hospital todos juntos cantando villancicos.
Cuando llegaron, las enfermeras estaban casi igual de ilusionadas que los niños, los enfermitos no podían creérselos, nunca nadie había ido a visitarles, y menos a traerles juguetitos y caramelos, estaban todos llenos de ilusión, jugando, corriendo, algunos se enfadaron porque los niños estaban haciendo mucho esfuerzo teniendo que estar en reposo y les reñían, pero las enfermeras dijeron que no pasaba nada, que por un día, podía reinar el caos divertido por las habitaciones.
Pasaron cuatro horas en el hospital con todos los niños, ya era hora de que comieran y de que descansaran, pero cuando se iban a ir Stella notó que no habían ido a una sala, así que le preguntó a una enfermera,
-¿Qué hay en esa sala?
-Pues hay más niños enfermitos. –dijo la enfermera como si fuese una pregunta estúpida.
Stella corrió a su maestra.
-Maestra, maestra, no podemos irnos, aun no hemos visto a todos los niños.
-¿Ah no? ¿Quien falta? –preguntó la profesora sorprendida.
-Faltan los niños de aquella sala. –señaló a la sala en la que la enfermera comentó que había más niños enfermos.
-Bueno, sí, pero tenemos que irnos, además, esa sala no está preparada para que nosotros fuéramos.
-¿Por qué? Hay niños, vamos a verles. –Stella no comprendía que pasaba.
-No está preparada, porque los niños que están allí son niños con sida y no quiero entrar allí dentro.
Stella se sintió fatal con esa respuesta, así que fue preguntándole a todos sus amigos si les habían sobrado chuches, algunos sí, a otros no, pero si le habían sobrado juguetes, así que ella los cogió todos, los echó en su bolsa y se fue a otro lado con paso decidido.
La puerta se abrió, y los niños acostados en camas miraron extrañados, sabían que iban a ir gente disfrazada a felicitar las navidades a los otros niños, pero sabían que no iban a ir a verles a ellos, porque eran los contagiados, y que sorpresa se llevaron todos cuando descubrieron como una estrella entraba en la sala donde estaban, les repartió caramelos, azucarcillos, juguetes, no se podían creer que alguien se hubiera dignado a entrar allí, porque hasta a las enfermeras les daba asco ir a verles, eran los contagiados del hospital, pero Stella no pensaba eso, pensaba que eran niños como los otros, que no habían echo nada malo, solo nacer y ser ellos, se sentía muy mal, porque la gente mucho de hablar del carisma, de los valores, pero ese día solo una estrellita se atrevió a entrar en aquella habitación con los niños.
A la semana siguiente, todos reemprendieron otra vez el colegio, y los niños les dijeron que dónde se había metido. Ella muy orgullosa dijo delante de la profesora,
-Todos ustedes habláis de que hay que ser buenos, del espíritu de la Navidad, pero ninguno de ustedes lo conoce realmente, porque el veinticinco de diciembre celebramos el nacimiento de Jesús, una persona humilde, que ayudaba a los demás, que acompañaba a los marginados y a los discriminados, y ustedes sois unos hipócritas, unos mentirosos, porque decís que sois como él, que ayudáis, pero no fuisteis capaces de entrar en una sala dónde había niños enfermos, que no habían echo nada malo, que no tienen la culpa de tener lo que tienen, si de verdad quisierais ayudar, seguro que abríais entrado, y yo no soy muy navideña, porque creo que eso es un paripé, y aun así fui la única capaz de entrar a jugar con ellos, a que no se sintieran solos, discriminados y como si fueran el desecho del mundo por un solo día.
La profesora se quedó sin palabras, no podía creer que esa niña, la que se negaba a realizar cosas navideñas había dicho todo aquello, sus compañeros estaban tan consternados como su profesora.
Ese mismo día, a las cinco de la tarde, se abrían unas puertas, por donde atravesaron pastores, vírgenes, animalillos, Reyes Magos, San José, ángeles y una estrella sonriente porque había conseguido enseñar que la navidad era para ayudar a quienes más lo necesitaban, que había que involucrarse en la sociedad con las personas que la gente discriminaba, y porque la sonrisa que tuvieron todos aquellos niños que tenían el sida cuando vieron a su amiguita y a tantos más jugando con ellos, esa sonrisa, no había quien se las borrase de la cara.

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